caracazador presenta Marea y Plata, su disco debut.

El mayor temor de esta sociedad hipervinculada es exponerse ante el resto, o, mejor dicho, no tener la seguridad para abrirte con sinceridad ante un mundo crítico y superficial. ¿Quién será entonces quien brinde un voto de confianza a aquellos artistas emergentes que no han pasado por el filtro de los numerosos oyentes que acaban levantando en sus brazos el trabajo de alguien? ¿Quién pondrá al alza a un cantante que no ha sido contrastado por la opinión de miles de personas anteriormente? ¿Quién tendrá ese valor para determinar, por primera vez, si algo merece o no la pena para perdurar en nuestras bibliotecas musicales? No es solo labor del crítico conjugar estas jerarquías, sino de toda la sociedad –aunque esta última actúe en un plano más inconsciente–.

Hablamos entonces de coraje cuando, bajo los hirientes alfileres del escepticismo, forjas la identidad de tu disco debut entorno a tu biografía. Hay quien busca aproximar su sonido a influyentes figuras de la historia de la música y así encontrar validez por medio de las hazañas de las que otros salieron victoriosos un día. Y hay otros que deciden abrocharse el batín y rebuscar por casa una nana, una anécdota o las vistas desde la ventana. Fidelidad la del mar, que siempre rompe en la misma playa.

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Simbolismo de andar por casa.

/Marea y Plata son historias que siempre suelo contar/, canta caracazador haciendo referencia al título de su primer disco y tema inicial del largo. Sobre un lecho de polifonías construidas meticulosamente, un pasodoble gaditano galopa el cuerpo de una guitarra, aferrándose con humildad a estos dos elementos para construir la canción en su integridad.

Como Sorolla en los pinceles, caracazador toma por símbolos de su obra el mar y su ciudad natal, Cádiz. Estos elementos son clave, porque son el medio con el que interactúan la mayoría de sus historias. Habla de ellos cuando la estacionalidad los coloca en su punto más alto, como sucede en Verano, con el serpenteo de una voz acaramelada entre séptimas y protocolos del jazz. En Azul los menciona de nuevo para sacarles los colores y recrear su bandera, aclamando que ella está formada por todos los tonos que tiñen su tierra.

El sabor amargo de la miel.

Si para concebir la personalidad del artista no podemos desvincularle de sus raíces, tampoco podemos hacerlo de sus convicciones políticas. Hay quienes prefieren pasar de largo a la hora de politizar su carrera musical, pero en Marea y Plata estamos teniendo una recepción privada con la persona, no con el artista, lo que implica impregnarse de todos los matices de su biografía. Después de remitirnos nostálgicos al pasado de caracazador, ese puente levadizo a sus aspiraciones que es su tierra, el artista vela por los que están por llegar en There are children in the morning.

La melosidad anterior cobra un tinte amargo y bélico contra una supremacía racial que mancha las manos de sus líderes de sangre inocente. Como una goma en tensión apuntando al ojo del espectador, unos pizzicatos arrojadizos remarcan la angustia y vulnerabilidad del ambiente. Finalmente, lo que parecía ser una fiesta de solo unos pocos, acaba por convertirse en una crítica a la Iglesia con unos versos de liturgia que llevan a la canción a su clímax. Por otro lado, siendo más explícitos, Pies descalzos traza la senda que recorre el artista para convertirse en garante del progreso, citando a figuras como Frida Kahlo y Marx. Vertebrando el principio con el final, un puente orquestal destila la esencia de grupos como Beirut o Bon Iver a través de la calidez de los vientos.

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Entre dos lenguas.

Otro elemento de vital importancia en su vida fue su estancia en Lisboa, influyendo significativamente en su trabajo: quizá a destacar dentro del disco, tanto por su frescura como por una letra escrita íntegramente en portugués, A Primavera se trató del primer adelanto que caracazador decidió lanzar para presentar su nuevo álbum. Este vals de ranchera de corte folclórico dispone la voz en numerosas capas hasta conseguir una textura algodonosa.

Siendo continuista del uso del portugués, llegamos a Opus 6 (A la matina), uno de los planteamientos más interesantes del disco. La fórmula que da vida a esta canción es un retrato del gusto musical que prima en nuestra sociedad, es por ello por lo que en este tema encontramos una letra que invita al hedonismo, un camuflado beat de reggaetón y el uso del castellano y el portugués emulando las grandes colaboraciones de la industria de la música que acontecen hoy en día.

Como culminación de todos los detalles de su propuesta, Ángeles es un viaje de ida a las puertas del cielo. En honor a Anjos –ángeles en portugués y el barrio de Lisboa en el que el artista tuvo su residencia–, caracazador hace un barrido cinemático por un poema dividido en tres actos. Con suma delicadeza, el recorrido de la canción discurre en pendiente hasta la catarsis. Lo que empieza desnudo y con los pies en la tierra, paradójicamente se transforma en una ascensión al paraíso con una mayor carga instrumental, reforzando la percusión y declamando versos de liturgia que el artista recoge de su educación coral eclesiástica.

Reivindicando el pop.

Como prueba de sus primeras producciones, La chica fluorescente saca a relucir la cara más naïve de caracazador. Con un sonido más lejano al del resto de piezas del disco, este tema indie pop rompe con la encorsetada linealidad a la que se someten muchos de los trabajos englobados en este género, gozando de una gran versatilidad en cuanto a los arreglos que la engalanan.

En cambio, sirviendo de referente en cuanto a la evolución vital y compositiva que refleja el artista, A dos tiempos habla desde la voz de la experiencia, siendo uno de los temas más sinceros del autor. A través de una balada a piano con la levedad de aquel que únicamente quiere hacer llegar su mensaje, caracazador trata el funcionamiento de una relación desde el tiempo y la implicación necesarias para que progrese. El peso del tema recae entonces en la parte final, cuando la voz resuena algorítmicamente con un vocoder y se despliega en ráfagas un beat de batería.

La minuciosidad con la que cada elemento del disco se ensambla entre sí para conformar las canciones sitúa a Marea y Plata como una obra de artesanía más que una producción automatizada e impersonal. Admirable, cuanto menos, debido a la modestia y simplicidad de medios que ha empleado el artista para su creación, y ejemplo –quién sabe si futuro paradigma–, de la facilidad y accesibilidad con la que uno puede iniciarse actualmente en el mundo de la música.


TEXTO: SENTO SOLER
FOTOGRAFÍAS: ALBA BERNABÉ

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