LOS VINAGRES entran en erupción en la Sala El Sol.
Digamos que podríamos caracterizar el final de noviembre como ese momento del año en el que el frío de Madrid ya se convierte en una preocupación más. Por eso la agenda de la Sala El Sol nos trajo consigo el mejor antídoto: un concierto de Los Vinagres, capaces de subir la temperatura del ambiente.
La cita tuvo lugar el pasado jueves 29 de noviembre, teniendo como objetivo la presentación del primer LP de la banda, “Los Volcanes”. Un alegato a su Canarias natal y a la atracción y el deseo sexual, con un sonido de tintes latinos que haría a una pareja fundirse y ser lo mismo.
La estética del trío no desesperanzaba a nadie (si es que se habían imaginado una escena algo provocativa): chaquetas de lentejuelas que revestían un atuendo negro y ceñido de la cabeza a los pies, acompañado de tres micrófonos clásicos que, empuñados de la forma precisa y proyectando la mirada más contundente, podrían llegar a seducir hasta a una roca.
No era el objetivo de nadie convertir ésto en un pase de modelos, así que ya tocaba darle un poco de cera al asunto: un setlist compuesto por 21 canciones sin freno, sin baladas ni bajones, un latir constante del ritmo de la banda. Júrame que me olvidarás daba esa primera nota que abría el concierto, también la primera de su nuevo disco. Una vez puesta la sartén en el fuego, Los Vinagres no desistían en su propósito: que detrás de una melodía viniese un baile, y que detrás de un baile asomase una declaración, un beso… y quién sabe el final.
El trabajo en equipo lo hizo sin duda la propia banda, donde la compenetración voz-guitarra-bajo-batería estaba casi milimetrada. En cambio, el público, salvo en temas como Chibichanga y Me pone rabioso tu forma de andar, que tuvieron sus minutos de reconocimiento como temazos de su nuevo trabajo, no alcanzaron las expectativas que merecía tener el show: faltó un poco de acción y éxtasis, un pogo que liberase tensiones, como requerían algunas de las canciones que fueron interpretadas. De todos modos, eso no implica que la admiración fuese plato de otro menú en este concierto, todo lo contrario, hubo una cómoda reciprocidad en el ambiente. Lógicamente, esta conexión vino mayoritariamente del esfuerzo de la banda por captar a su público, llegando a lanzar caramelos o sirviendo ron en la boca de la gente; pequeñas fórmulas en ocasiones efectivas.
El sobrecogimiento fue servido por los invitados de la noche. Teníamos nuestras sospechas sobre cuál sería el factor sorpresa del concierto al ver algunas caras conocidas entre los asistentes, y éstas acabaron por materializarse: Alex de Kitai, banda que recientemente ha obtenido un récord Guiness por tocar durante 24 horas seguidas, Guille de Los Bengala y Gabi de Sexy Zebras, todos compañeros de gremio, subieron aún más la revoluciones.
Fue en especial en la última colaboración, es decir, la de Gabi, donde vivimos uno de los momentos más peculiares de la noche:
La interpretación conjunta hizo doblete con Verbenita, uno de los singles del nuevo disco que más ha calado entre los oyentes, y Quiero Follar Contigo¸ canción de Sexy Zebras que rendía homenaje a la contribución de Gabi en el concierto. Fue en la primera donde el invitado confió en un público falto de convicción, y sus expectativas de lanzarse a los asistentes para que fuese sujetado acabaron sin éxito con él chocando contra el suelo. A pesar de ello, repuso rápidamente la compostura ante tal bochornoso momento.
Tras una pequeña pausa por los bises del concierto, los canarios se despojaron de los instrumentos y, emulando a un grupo de mariachis, salieron a bailar entre el público la icónica Suavemente bésame, tratando así de exprimir hasta la última gota de júbilo y fervor.
Habiendo agotado ya casi todas las fórmulas para deshinibir al personal, tocaba velar por el espíritu de la banda: más rock & roll y más salvaje. Fueron las tres últimas canciones – Eres bonita, Sácate los colmillos y Los volcanes se duermen – las que mejor sintetizaron lo que Los Vinagres vinieron dispuestos a ofrecer: efusividad, baile, juerga, erotismo y ante todo, mucha clase.
Texto: Sento Soler.
Fotografías: Victor Insomnia.