El pasado 27 de abril la diseñadora barcelonesa Paloma Wool se estrenó en el mundo de las pasarelas en la 080 de Barcelona con su colección ATELIER AMISTAD en formato digital, tras una larga trayectoria de colaboraciones artísticas en forma de colecciones cápsula.
Le damos al play y ¡wow! De repente, somos transportados a un mundo que parece el nuestro, pero no del todo.
Es quizá más mágico, pero también más inalcanzable. Por los callejones de El Ensanche vemos seis criaturas que aún de carne y hueso parecen casi levitar. Estos seres se colocan en posición y se transforman en obras arquitectónicas con vestidos adornados con estructuras aladas que, sin lugar a dudas, hacen homenaje a Santos Dumont, el primero en poner los pies en el aire.
Lana nos sumerge en el mar con redes de pescadores, pero elevadas al arte más puro. Tenemos un momento Valentino couture con un vestido que va más allá de los límites establecidos del largo maxi y hace un juego de luz trémula con un traje de chaqueta en color nude que roza lo exquisito.
Como suele decir Pedro Mansilla, “nos vestimos para ocultar lo que somos a ojos de los demás”. Sin embargo, Paloma debe tener claro que no hay nada mejor que mostrarnos al natural cuando ha decidido que la modelo vaya desnuda. Una armadura o una suerte de caparazón metalizado que oculta nuestras inseguridades pero que no logra impedir que los demás nos vean tal y como somos.
¿Y qué es Paloma Wool?
No es más que el proyecto multidisciplinar de una mujer que lleva el negocio textil en la sangre y que en un ejercicio de sororidad ha reunido a varias artistas (entre ellas Carlota Guerrero, Chloe Campbell o Flor Violeta Sobrequés) para crear estas piezas, estas obras, que nos hacen pensar que la catalana tiene pensado volar cada vez más alto, quizás hasta tocar el cielo de las pasarelas internacionales.
La exposición que inaugura un pájaro libre en el mes de abril queda expuesta para que todo el mundo pose su vista sobre lo que ha creado. Es justamente lo que hace el grupo de familia elegida de la creativa cuando llegan a explorar como niños las figuras que están dispuestas en la azotea de la casa más modernista de toda Barcelona.
Vemos a los mannequins dándole buen uso al flash, fascinados y entusiasmados por lo que tienen la suerte de ver sus ojos. Es una forma bastante curiosa la que tiene la artífice de darle la vuelta a la tortilla para contar de nuevo lo que más hemos echado de menos en tiempos de pandemia: la amistad y un buen viaje donde recorrer calles sin fin.
El casting es cuanto menos admirable
Pues la graduada en ADE celebra la diversidad de etnias, culturas, edades y, por supuesto, tallas; algo que brilla por su ausencia en las pasarelas españolas, pero, claro, Paloma Wool si decide jugar al juego de la moda siempre lo hará con aire internacional y, ante todo, bajo sus propios términos. Si nos fijamos bien, veremos como la fundadora de la marca nos hace un guiño muy especial y, si afinamos la mirada, reconoceremos a caras tan conocidas como Cuentos Rosales, musa tanto internacional (ha desfilado para Thierry Mugler o Burberry) como nacional (imagen de la campaña del diseñador sevillano Nicolás Montenegro).
En un ambiente tan refrescante y libre, no es de extrañar que las prendas de esta nueva colección estén plagadas de siluetas que abrazan, pero no constriñen, y de tonos tierra. Precisamente es la Tierra y el bienestar del planeta lo que siempre está en mente de la marca, por lo que trabajan con talleres locales y tejidos naturales y en esta ocasión no iba a ser menos.
Yo por mi parte me voy a seguir soñando con descubrir nuevos parajes hasta que la pesadilla termine, pero si puedo hacerlo con una falda mini con estampado de tatuajes noventeros o con conjuntos bicolor mejor que mejor.