El veneno es la sustancia que, introducida en un ser vivo, es capaz de producir graves alteraciones funcionales e incluso la muerte.
También es uno de los álbumes insignia del hip-hop en español, firmado hace 10 años por el mítico grupo Acqua Toffana. Y nosotros, el pasado Domingo 24 de Noviembre tuvimos el placer de poder asistir a la segunda fecha de lo que fue un evento irrepetible. Elio Toffana, Kael Toffana, Tony Karate y Dano del colectivo Ziontifik; se reunían en la madrileña Sala Gotham con motivo del décimo aniversario y la reedición en vinilo de “El Veneno”.
“Nuestra vida”, queda reflejada en las calles de los años 80, con la droga como principal modelo económico de subsistencia, con el sida como una preocupación real y bajo el anonimato de unos jóvenes bajo presión pero con grandes ambiciones. Así fue la primera de las 30 canciones que formaban el setlist de una noche mágica.
La trascendencia a día de hoy de “El Veneno” es innegable. Fue uno de los trabajos clave en lengua española para entender la cultura del hip-hop en su interpretación más pura de lo que estaba sucediendo in-the-blocks de los States y en los banlieux de Francia. A todos los niveles, las instrumentales, las temáticas y los flows estaban por encima de la media y adelantados a su tiempo. Supieron mirar hacia adelante y ver con claridad el panorama que estaba por venir.
La estética y la moda siempre han ido de la mano con la cultura hip hop y pudimos ver como el streetwear dominaba en el escenario. Con total looks de chándales Lacoste y más North Face en el backstage que en la propia fábrica. Tampoco faltaron ‘tapes’ de Kappa, o clásicos Polos Ralph Lauren y Tommy Hilfiger.
Las colaboraciones marcaron el ritmo del concierto.
Con nombres del underground madrileño como Ébano, Joka, Signo o Cabal. Después de un pequeño break, continuaron subiéndose al escenario más invitados de lujo de la talla de Ergo Pro, H Roto, Aqeel, Recycled J, Waor y Escándaloso Expósito al saxofón. Un line-up de lujo, con especial mención a los ‘Black Ops’ que se marcaron los diferentes miembros de Ziontifik.
Cuando nos fuimos de la sala, los graves aún retumbaban y los Maneki-Neko seguían moviendo las manos arriba y abajo. Porque al fin y al cabo hasta los gatos hablan el mismo idioma: el de la suerte de sobrevivir al veneno de las cloacas.