El gran pulso entre el Coronavirus y el sector musical.
No hay contrapeso desde los propios militantes del sector musical que ponga freno a los efectos de este cese radical de la actividad cultural. La herida que está dejando la crisis del Coronavirus en la industria de la música –y en todo el sector cultural– es la que lleva abriéndose periodo tras periodo de inestabilidad y que ve llegar con demora –si es que llegan– sus puntos de sutura. Aún así, sus valores le preceden, y busca ser, en estos tiempos de desconcierto, el salvoconducto para millones de familias confinadas en sus hogares.
Hemos podido contar con la opinión de diversos integrantes del sector, entre ellos Javi, Tony y Sergio de Freshtuff, grupo de Djs y productores de Hardstyle, y Belén Chanes, promotora del Ochoymedio Club, que habla en nombre de todo su elenco.
Hacia el descalabro económico.
Artistas y eslabones del sector ya han hecho balance de la cancelación de todos los eventos culturales que deberían haber sido abarcados entre marzo y agosto, y que, en consecuencia, algunos están siendo reubicados a partir de otoño. Las pérdidas podrían ascender hasta los 622 millones de euros, dejando una recesión de la industria que solo vería consolidada su recuperación a finales de 2023.
Siendo más realistas, este escenario es el resultado de excluir algunos de los tantos daños colaterales que podrían ocasionarse a causa del parón masivo de la actividad cultural, ya que, si tenemos en cuenta todos los trabajadores empleados a raíz de la celebración de festivales o conciertos, la numerología se torna mucho más maligna.
Por el momento, grandes nombres del panorama como el Bilbao BBK Live, Mad Cool o el Festival Internacional de Benicàssim no han dado noticias acerca de una posible cancelación o aplazamiento del evento, mientras que otros, como el Primavera Sound, han pospuesto su celebración a finales de agosto.
Medidas y paliativos para el sector.
Tras las moratorias del Ministro de Cultura José Manuel Rodríguez Uribes, que han supuesto la indignación de muchas personalidades del mundo cultural, los principales representantes del sector protagonizaron el pasado 18 de abril una mesa redonda de propuestas que serán estudiadas por el Gobierno en los diez días posteriores, y cuyo término debería ofrecer una respuesta que esclarezca cuál va a ser el futuro artístico de este país. En el caso de la industria musical, las peticiones son claras: una flexibilización de la devolución de entradas por cancelación, donde el plazo de reembolso se extienda hasta diciembre.
Por otro lado, la suspensión del pago de cuotas dejaría un escenario mucho más laxo, según el equipo de Freshtuff, ya que, por el momento, no hay subvención específica para los trabajadores del sector. Además, si tenemos en cuenta la cancelación o reprogramación de la mayoría de las agendas culturales, no queda ningún ingreso perceptible que sustente a las numerosas familias que dependen del ocio para su manutención.
Cultura en la intimidad.
La anticipación de otros países como Francia y Alemania ha puesto en evidencia que la cultura todavía no es reconocida en España como un bien de primera necesidad, aunque su recurrencia por parte de la población diste mucho de la opinión de las altas esferas gubernamentales.
Durante este periodo de confinamiento, el ingenio se ha agudizado por pura supervivencia y las propuestas artísticas rebasan las redes sociales: entre las más representativas se encuentra Cuarentena Fest, un festival en streaming donde una treintena de artistas independientes ofrecieron, el pasado mes de marzo, un pasaporte más allá de las fronteras de la monotonía a través de sus canales de YouTube. Otros nombres del panorama, sin estar sujetos a un movimiento concreto, han ofrecido a través de sus cuentas de Instagram interpretaciones en directo.
Por otro lado, también vemos nacer formaciones que encuentran en el confinamiento, la rutina y los sentimientos generalizados un nicho del que beber para sus canciones: Stay Homas son tres compañeros de piso que batallan contra el aburrimiento a través de su cuenta de Instagram.
En el caso de algunos gigantes del mundo de la música, como son el Primavera Sound o el Sonorama Ribera, han rescatado de su archivo diversos conciertos de ediciones pasadas y los han publicado en sus páginas web, dejando un nostálgico pero alentador sabor de boca a aquellos aficionados que planeaban este año su asistencia a los respectivos festivales.
Motín en redes.
No hay suficientes canciones para expresar el descontento. Las reivindicaciones también han tomado su espacio en redes sociales bajo protestas como #somosmúsica, que busca el reconocimiento en la industria musical de trabajadores de los que también depende esta comunidad y que van más allá de los propios autores. Para nuestros entrevistados, esto no deja de ser esencial, ya que en muchos casos solo consiguen visibilidad aquellas unidades del sector que entran en contacto con las redes sociales o que están respaldadas por algún sello discográfico o distribuidora, dejando de lado a todo el mecanismo de trabajadores que no tienen una presencia pública.
Por otra parte, para los días 10 y 11 de abril fue convocado un apagón cultural en las redes sociales como queja a la indiferencia del Ministerio de Cultura. Este acabó por suspenderse como tregua al Ejecutivo, dado que se pronunció a favor de ofrecer diálogo para el sector cultural durante los días posteriores. Respecto al tema, Belén Chanes pronuncia sus palabras con tono empático, al entender que es una situación muy compleja de gestionar, y que por tanto, se tiene que primar –además de reducir el número de contagios por Coronavirus– la comunicación entre el Gobierno y los grupos afectados.