El breve lapso –26 minutos para ser exactos– que ocupan las nueve canciones del nuevo disco de Adriana Terrén es un transcurso por los cimientos de una producción bien cuidada y la imprecisión de un R&B que vacila entre el castellano y el inglés más representativo de los principales referentes del género.
Bennu, título del segundo álbum de la artista, atiende a todos los detalles de vanguardia que colman la industria musical: contundentes beats de reggaetón, coros a capella con voces distorsionadas, el asociacionismo entre instrumentales rock y melodías en clave urbana, y una frontera rota por letras con espíritu bilingüe.
Juguete, tema del que se presenta nuevo videoclip, traza las estrofas con un acentuado bajo hasta precipitarse en el estribillo, donde la voz de la cantante resuelve vigorosamente en forma de lamento. Son estos elementos los que marcan la hoja de ruta de la canción, dejando desnuda la instrumentación y dando más presencia a la voz de Adriana Terrén.
Pero, ¿qué más nos quiere contar la artista a través de este tema tan personal?
Juguete es el punto de inflexión del segundo disco de Adriana Terrén.
Una historia basada en hechos reales sobre un abuso que vivió, y que hoy nos muestra en forma de Videoclip.
Ya escuchamos Juguete en el lanzamiento de un disco que dejó esperanzas positivas en este tortuoso 2020. Es ahora cuando Adriana Terrén estrena el Videoclip de uno de los temas más significativos de su trabajo.
Una obra audiovisual dirigida por Sofia Urwitz, producida por Lucía Ruiz Vera y Raquel Castelló y editada por Doble Párpado, que cuenta una historia basada en hechos reales, bajo el manto de las metáforas y las distorsiones ópticas.
Bajo la dirección de arte de Ana G. Salazar, Adriana Terrén se sumerge en el pasado para recrear el abuso que vivió la cantante hace unos años. La oscuridad y el misterio rodean a la artista en un terreno delicado y peligroso donde cada detalle cuenta una historia que Adriana vivió con auténtico terror e impotencia.
“Juguete está narrado desde un ‘yo’ presente que ve esa escena tan desagradable, sin poder hacer nada”
– Adriana Terrén.
El estilismo, creado por Cristina Yanguas y Enrico Di Amore, ayuda a crear este ambiente oscuro y hostil, donde vemos detalles que recuerdan a la porcelana y volúmenes característicos de firmas emergentes como la de Peter Sposito Studio. Junto al maquillaje diseñado por Inés Piñeiro y Andrea Gómez, nos acercamos a una producción donde la alta costura y la música se dan la mano.
Los silencios tienen un papel fundamental tanto en la producción musical como en el transcurso de la historia visual.
Son pausas que hablan de ese shock y ese miedo que vive una persona en una situación similar.
“Nos pusimos muy experimentales a la hora de producir el tema”, nos cuenta Adriana, que afirma que su propio gato, Ratilla, ha colaborado en la canción, ronroneando en uno de sus silencios. Así, además de esta intervención, algunos parones y melodías que van ligando los silencios, o sustituyendo armonías del tema, son ruido blanco de televisión, órganos, o sonidos demoníacos.
Texto: Sento Soler & Patricia Blas.