Estuvimos en Ifema con motivo de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo, ‘ARCOmadrid’. Esta edición contó con Argentina como país invitado.
Pintura (en su mayoría), fotografía, collage, video-arte, performances, escultura, neones, graffiti, street-art y otras técnicas experimentales se dan cita en el acontecimiento artístico del año. Presenciamos una gran innovación en cuanto al uso de materiales y técnicas, englobadas bajo conceptos contemporáneos, que reflejan desde las expresiones artísticas personales más puras hasta reivindicaciones sociales. Aunque este año la provocación brillaba por su ausencia. Quizás estemos en una etapa más madura en la que el sensacionalismo artístico haya pasado a un segundo plano en pro de la expresión más purista.
En este tipo de eventos suelen mezclarse diferentes arquetipos de público. Desde estudiantes de arte, a profesionales especializados y galeristas, sin olvidar a la gran inmensa mayoría de público generalista con cierto interés cultural, desde el punto de vista estrictamente del ocio y el entretenimiento. El recorrido a realizar por los pabellones de ARCO, varía mucho según el perfil de las personas que lo visitan. Quienes quieren conocer más a fondo la obra de los artistas pasan el tiempo dialogando con galeristas y los propios artistas. Los que por otro lado hacen visitas guiadas, lo analizan bajo un interés puramente educativo.
El público general, y que mayor peso tiene durante el fin de semana, no olvidó su móvil, o su cámara de fotos analógica en el más pretencioso de los casos, para llevarse un recuerdo y compartirlo en redes sociales. Así, el ‘yo estuve allí’ es oficial, con sello de garantía y likes asegurados con los que demostrar el aporte al sector del arte y la cultura. Una gran dosis de postureo, que pudimos observar en las conglomeraciones de personas ante las obras de mayor interés; aquellas que juegan con luces, materiales brillantes o mensajes inspiradores, que sin un análisis más profundo, se derrumban ante interpretaciones banales.
No solo es importante lo que tus followers vean, sino lo que otros asistentes perciban de ti. Es por ello que pudimos disfrutar de estilismos variados y una improvisada pasarela de moda urbana digna de ser retratada por cualquier coolhunter que se precie.
Os dejamos algunos de los nombres que más nos llamaron la atención y algunas de sus obras. Barro, colectivo argentino, fue quizás el punto de encuentro por excelencia gracias a su teatralización del ‘bal masqué’ contemporáneo.
Nos fascinaron las fotografías urbanas de Lucía Mara.
No pudo faltar el flat-art de Julian Opie, que nos tiene acostumbrados año tras año, a su gran delicadeza en el uso minimalista del color con gruesos trazos.
Otro de los platos fuertes y de mayor atracción fue el del juego de reflejos de Iván Navarro y las luces de neón de Keith Sonnier para la galería Forsblom.
Nos sacó una sonrisa la interpretación de la figura humana escultórica de Juan Muñoz (Galería Elvira González).
También nos atrajo la abstracción en fibra de vidrio de Anish Kapoor.
Volveremos el año que viene, ché.